VENGO DEL ROCÍO

Vengo del Rocío muy cansada, porque he andado días detrás de la Virgen. Vengo de la procesión de los Dolores en Córdoba, también he caminado detrás de la Virgen. Vengo de ver la Esperanza de Triana en Sevilla. El ambiente era indescriptible detrás de la más guapa. Tantas lágrimas, saetas, sensibilidades a flor de piel, velas, incienso ... Y algo en común a todo lo que he descrito: detrás, porque eso hacemos la mayoría de los católicos: estar detrás de la Virgen, detrás del Cristo, porque para defenderlos de aberraciones como las fotografías bochornosas que se han publicado en Extremadura, ¡qué poquita gente hay que vayan delante! Parece ser que los católicos tenemos una vergüenza congénita a decir que lo somos; es más, a expresarlo con hechos. Solamente cuando llega la Semana Santa, o el Rocío, nos unimos todos en una gran masa y sacamos fuera esa adrenalina devocional. Luego, vuelve el silencio, tan sólo roto por las fiestas patronales, o las romerías pertinentes. O sea, que los musulmanes ponen el grito en el cielo por las fotos de marras mientras los ahora perjudicados a callar. Protestamos por todo, pero por un tema religioso ni pensarlo, no vaya a ser que se nos tache de retrógrados, de vivir en otra época, de raros o del insulto de moda hoy en día: de fascistas. Con esto no digo yo que haya que protestar e indignarse por lo que no sea merecedor; pero, cuando algo atenta contra las creencias y la esencia de la persona, a su parte espiritual, es para ir todas las Hermandades a las puertas de la Junta de Extemadura y pedir explicaciones. ¡Ah! claro, nos dirán que lo de las fotos es libertad de expresión y que lo que queremos es que vuelva Torquemada. Si hubieran sido fotos de la madre de algún político, habría una demanda judicial. ¿Por qué los católicos optamos por el silencio como respuesta cuando insultan de esa manera a nuestra Madre? MARÍA ROSA FERNÁNDEZ. PUBLICADO EN DIARIO CÓRDOBA. OPINIÓN. 27-3-07